13/11/08

La bóveda en plenilunio




Déjame que te cuente de ese lugar. Un cuadro de Shakespeare y un centro de flores Sade.

Hoy mi traje es blanco y seguramente el tuyo negro. He sido cuidadosa a la hora de mostrarte mis bucles negros y el brillo de labios no es más que reflejo de mi desnudez. La mirada… bueno, la mirada sólo es parte de la estancia, junto con el juego de luces que tapizan los pocos muros que la indultan del interior. La capa cubre mis pies, nacarados por el otoño, pies de cristal que asoman a cada paso que dirijo hacia el sillón azul aterciopelado. Quizás ni te has fijado, quién sabe si perdiste el sueño al vislumbrar mi cintura bajo las sedas pero todo eso está ahí. La biblioteca tiene un don, un hechizo propio, como suele pasar lo esencial no es visible a los ojos y lo que parecía ser una ventana da paso a algo diferente, basta con cerrar los ojos durante un instante y la propia librería se muestra ante ti para ofrecerte la lectura entre tus manos, pero como todo… has de creer en ello.

Estás distraído en el juego de luces y antes de retirarme dejo algo en tu bolsillo… un olor que en algún momento se mostrará como un hechizo… shhhh, beso tu mejilla… ahora girarme. El paso lento, suave, cadente de mis caderas… Y mi nariz… roja.



4 comentarios:

Moni dijo...

Si es que es lo que tienen las bibliotecas :P

Liška dijo...

y si te asomas un poquito a la ventana y la miras de frente, seguro que podrás encontrar mi beso... Muaaaaaaaackis mi niña linda

monah dijo...

Menuda sorpresa!! así que me leías... pues me alegro, de verdad, y más aún de que te gustase lo que leías ;)

Si te parece tomo nota de tu mail y hablamos, ok?

Un beso ;)

Liška dijo...

:) será un placer monah

Besos de un día soleado de otoño