23/10/11





Al ocaso del norte y el sur se debaten los sentidos.

La belleza, la fragilidad, la entrega

el cuerpo abierto y desnudo

de una hembra de la vida.



La charla dibujaba sobre nuestras cabezas nubes blancas. Alguien había colocado allí una jaula de ramaje rojo excéntrico, hecho a mano. Sólo eran palabras, miradas cruzadas entorno a un recipiente rojo, al ocaso. La agitación con la que las nubes sobrevolaban el espacio desató los cambios: la temperatura se hizo dura, se buscó consuelo en unas risas pero el rocío amenazó con colarse por una ventada para posarse sobre nuestros labios…



Era el momento, el instante oportuno. Ella y aquel suelo diáfano,

un futón y sobre él ELLA

allí tendida.



  • Shhhhh… guarda silencio.


Abierta, expuesta...cuatro manos. Sólo dos de ellas la usarían haciendo llegar a las otras dos la sabiduría y el arte, el arte de erotizar los sentidos.


La cubrió de seda, la recogió bajo el techo masculino de la veneración, protegiéndola


moldeándola, agitándola, amasándola suavemente


la envolvían, la quebraban, la retorcían hasta el límite perpetuando su floración

Un instante antes de ser embalsamada ella abrió sus labios.



… en qué momento nace el erotismo?




Fotografía: Nathalie Nouth

20/10/11







Aun cuando hagas cien nudos,
sigue siendo una sola cuerda.










16/10/11





Dudas si entrar por mi ventana, es el juego de un cachorro, tú ya sabes que eres mi voyeur preferido. Adoro el gesto de tus labios cuando tramas. Juegas a ser niño, ríes y pintas tus mejillas. Te escondes y siempre vuelves para acariciarme, jadeante, enredándote en mis piernas.


La piel suave, la tersura del vientre, olor a rosas.







Fotografía: Adrián Maestre

http://www.flickr.com/photos/puctumadrian/


12/10/11

Y tú?



Le había rechazado mil invitaciones, eran provocaciones vacías. Tenía la habilidad de hacer saltar mi resorte y no conseguía nada de mí, todo lo más algún bostezo sordo. Había lanzado el reloj por la rendija oscura en alguna alcantarilla de esta ciudad, seca.

Él es uno de esos tipos que avanza pecho, de esos que se relame fastuoso, acostumbrado a escuchar, envolver, a pedir... y que le sea dado. Pero su sed de dominación acude en mitad de una noche oscura y... se pierde.


Quiero, quiero, quiero!!


Las últimas veces parecía haberse espabilado un poco, se ofrecía panza arriba, quieto a mis pies.

La luna hizo de las suyas y decidí darle su oportunidad. Paso a paso, serena, consciente. Esas palabras que tantas veces me habían empujado a otras distracciones iban acentuándose en mi hambre, ese toque que siempre dan las especias; olores al paladar, únicos y suculentos. Sus quiero insolentes iban deshaciéndose sobre mi piel, como una miel golosa, resbalando desde mi mente,

caliente,

fuego, hundiéndose en cada pequeña grieta de mi cuerpo, empapándola... dibujando una coraza trasparente, resbaladiza, suave y brillante, impenetrable... tensando mis entrañas. A cada paso más firme, hielo...alma de hielo, convencida y cercana.

Allí estaba, Reina en su cueva. Sentada a horcajadas sobre su boca, esperando una habilidad que se mofaba de sus labios con tan solo el roce de mi sexo, a horcajadas, una vez más él era torpe y sin aliento.

Le dí su tiempo, le observé. Sonreí. Un paso atrás y su polla quedó atrapada por mi mano. Observa perro!!... un par de sacudidas en tu niembro acomplejado y fuera. Mírate:

-Yo sé lo que tengo que hacer. Y tú??





Fotógrafo: Adrián Maestre


http://www.flickr.com/photos/puctumadrian/

10/10/11

Bailarina

Venga!! Un, dos tres... cinco, seis, siete.
Gira y gira, déjate llevar. Mírala!!
No ha hecho más que empezar y el dolor desaparece. Desnuda sus diamantes y olvida por un instante que algo pesa en su cabeza, en sus labios.

Un patito de goma? con una bola y una fusta? algo más que un misionero?
No hay capa más oscura que la cobardía, no hay freno más lubricado que la retina torturada de la timidez.


Suena un vídeo, un móvil grabó unos jadeos. Treinta segundos para nacer de un acantilado, para nadar anudado en la arena, para oír el sonido de cristales rotos bajo sus pies.

Hoy un ángel me esconde tu nombre
en una esquinita de sus alas.

Fotografía: Ramón Grosso