20/6/07

Ocho picos... y un Volcán.



Antes de aparecer la Aurora, la de rosáceos dedos, Circe había llegado a la cima del volcán. Allí los árboles y las flores, los caminos de agua y de lava, junto a los pequeños animales iluminados por estrellas y los dorados rayos del sol, estaban esperándola. Se sentó entre dos ríos, entre dos aguas, entre dos tierras y entre dos almas y se sumió en un dulce sueño que le fue dado por los dioses.

Un pequeño espejo apareció entre sus manos, su imagen tomaba formas de cuadros vivos, llenos de colores y fragancias:

Afrodita la mostraba pasional, vestida con un traje de azahar, rodeada de panteras. Ella puedo verse a su lado, impulsada por su intuición, sensual, paciente y altiva. Seduciendo placeres y acostándose en lechos, en sueños corpóreos de hombres y mujeres. Dionisio le ofrecía sus vinos junto a un avellano que florecía majestuoso, derramados sobre sus curvas, el placer la hacía caminar desnuda, las gacelas acompañaban sus bailes; desinhibidos, descarados, sin tapujos, sin razón humana, ni cordura. Infundían en su mente el deseo y ser curiosa, Atenea florecía de azucenas entre sus manos y pequeñas ardillas correteaban a su alrededor. Negro y blanco, grises, la crueldad de la conciencia que en su sabiduría otorga el don de la victoria cortejaban su mente sinuosa.

Circe se estremeció, entreabrió los ojos, acarició su pecho y volvió a sus sueños, de fondo se escuchaban los búhos, veía sus ojos iluminados por Hera, el aroma a benjuí envolvió durante unos instantes su cuerpo, sus brazos de protectora, dieron calor y soporte a los temblores, caídas y lamentos. Unas pequeñas hormigas, guiadas por Niké, escalaban los troncos de los árboles con olor a canela, constante seguía su destino sin ser persuadida por el juego de los dioses, Circe alzó su brazo y retiró una pequeña rama recién caída en su camino. Giró su rostro y pudo ver a Artemisa, que yacía a un lado recostada sobre un cedro, acariciando el lomo de tres lobos. Independiente del resto, la bella cazadora, mantenía celosa la mirada en sus animales, ajena al mundo, segura de su fuerza, su mejor apuesta y portadora.

Un ruido sobresaltó el sueño de Circe, la aurora, de rosáceos dedos, le regaló la imagen de las Nereidas, el balanceo de las aguas y en su canto soñadora, juguetonas lanzaban mariposas al aire, que delicadamente posaban sus cuerpos y hacían de flor las nuevas jaras.

Y la hechicera,
de esencia rebelde,
les sonrió,
como lo hiciera Ariadna,
las lilas dieron paso a una copa vertida de fragancias
y en el cielo los halcones
clamaban el elixir seducidos por su fragancia.
….

Espero que sea de su gusto señoritas Tueru y Lucía… lamento no seguir las normas añadidas del juego, pero ya se sabe que las normas están para tomar de ellas la parte que es a bien, se necesita o interesa ;-)

5 comentarios:

Lucia dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Angie dijo...

Qué bueno, en ocasiones, sentirse ajenos al mundo..
que no importe nada más..

te mando un hermoso beso..

arabesque dijo...

Me encanta ser voyeur, de este triángulo que se ve crecer. ¿me permitís seguir asomándome? Me excitaré, pero no hablo. Algún gemido puede que se me escape

Liška dijo...

Hummm... un placer señorita Lucía ;-)

Así debería ser, en ocasiones, sentirnos... y el mundo gira... Gusta ese beso Angie ;-)


Hummmmmm.. y oirte gemir? eso no me lo puedo perder ;-). Un beso tb para ti Arabesque

Anónimo dijo...

Un placer conocerte sobretodo sabedora de romper normas,un beso