
Natural, sencillo, sincerado… te quiero así, tal cual,
sin brocas en mis manos,
te quiero fino y firme, suave,
Mi vicio sano.
Tú… el que es un Hombre buscando…
… siente… en mí








La mesa era austera, de madera y algo de hierro, malos dibujos, demasiado tiempo y el barniz abrasado, verano, otro verano. La abuela acariciaba mis manos, quería que le hablara del acertijo de su mandíbula, de sus bailes desdentados. La profesora preparaba un discurso para padres de pequeños educados, algo que les hiciera ver. Ella había pasado el curso enseñando a los niños a reconocer el arte, a distinguir sus trazos y ahora debía dar el siguiente paso, convencer a los padres de una simple visita al museo, a un teatro. A su izquierda una sirena abogaba por las llanuras, por los senderos puros, la entrega más sincera, más rotunda.






Mentus....
Oscuras figuras, marmitas plateadas que bailan sin sombra en la noche, se endulzan en sus perfumes. Pequeños gazapos de la lujuria que corretean extasiados entre risas.
Ellos tornan mis ojos negros, agudizan mis tacones y acorzan mi pecho altivo, insultante.
La dulzura, la ternura, la inocencia arrojada al precipicio por el abrazo del amor. Reclinada en mi rincón, levanto la cabeza, visto la luna de magia, las sombras de pudor… la oscuridad de pasión.
.jpg)

