4/10/09



Hay un momento en la vida de un ángel en que sabe que ha de vestirse de negro. Vamos a llamarlos ángeles: pequeñas hadas, duendes, o el vecino de enfrente. La imaginación es el arma más temida y cotizada por la humanidad. Aquí, en este mundo, es vital.

Ese día deberán vestir un traje entallado, ajustado, incluso lascivo y perverso. Sacan el látigo y atizan los techos que se alimentan de alimañas, tiran abajo los templos e incluso guardan sus alas en algún baúl. Se parafrasea el valor en su mente. Respeto, dignidad, humildad. Toda batalla liberada debe concluir con un fin; toda batalla en ellos tiene un fin digno de merecer el sudor rojo de sus combatientes. Mis ángeles lo saben, gozan de grandes almas.
El miedo y la derrota sacuden las entrañas, liberan una extraña energía incontrolable y plausible a su alrededor. Los ángeles también lloran, temen, incluso zozobran sus misiones en el campo. Pero siempre algo los distinguirá… su voluntad, la firmeza en sus principios.




3 comentarios:

Conde de Galzerán dijo...

Alegría de volver a leerte Liska. Pese a que los ojos de los Dioses sigan cerrados, el ángel vespertino, el oscuro, prosigue centelleando en el firmamento de cada aurora. Su estirpe con miedo, con lágrimas o sin ellas, siguen su cortejo. Como siempre, hermosas son tus letras.

efe dijo...

Hay ángeles blancos o negros pero todos marchan por nuestros pensamientos.
Bellas letras de boca de una maga en la tierra y un ángel en el cielo.
Un abrazo.
efe

Liška dijo...

Vespertino... que bella palabra. Que gusto volver a oir tu voz en este rinconcito. Mi guiño y mi sonrisa, D. Damian. ;-)

... mensajeros, de tantos colores como podamos imaginar. Tomo tu abrazo efe, con mucho cariño. :)