Subía aquellos peldaños repitiéndose así mismo que cuidaría siempre de ella, era suya y había una vida por delante para disfrutarla.
Todos los días no son iguales, él sabía que era absurdo pensar que todos aquellos pensamientos y acciones eran aire inmóvil, más bien granitos de colores que se iban acumulando en el fondo de las miradas.
La gran ciudad es un sitio inhóspito, una jungla vidriosa que ha adoptado la deidad reloj por tomador absoluto de las vidas. El supermercado abre a tal hora, el médico atiende cada tantos minutos, los trayectos se recorren cada cuanto… y el sexo, qué decir… una jungla al fin y al cabo.
Aquella mañana, en el camino a su trabajo diario, a la hora pautada, se quedó dormido sobre unas frías baldas de hierro; … vio al otro lado de la calle como la joven con pelo de fuego limpiaba un escaparate y se reclinaba para recoger algo del suelo, dejando entrever la tersura inmaculada de su pecho; un hombre recordaba haber olvidado despedirse de su mujer, soltaba los papeles embadurnados en el polvo de las estrellas y corría al portal en busca de su caricia; un pequeño lloriqueaba de manos de su madre seguir con sus risas en el ascensor…
Sintió una agitación en su vientre, una erección, una sacudida que le hizo despertar… unos labios habían rozado la puntita de su nariz y le susurraban al oído una frase que él ya conocía… luego sintió como se alejaba en un guiño
(seguro que siempre sería un día especial…cumplía años… había besado el alma)
…. Salvaje, hoy y siempre… para ti
Muaaaaaaaaaaaackis!!
1 comentario:
Más de una vez he tenido esa sensación en el vientre...
Por enesima vez tus microrelatos estan tan cargados de una especie de atmosfera emocional tan tensa; un beso hechicera de las palabras y de otras cosas.
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