Oído

- Subes?

- Sí.... (Donde los recuerdos sean huellas del pasado. Dónde la fantasía es presente y la realidad son las voces del futuro)

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Había salido a pasear y me encontré a dos mujeres sentadas, repanchingadas en sus sillas al pasado y al dolor. Un hijo las acompañaba y discutían sobre la fugacidad de la vida, sobre el descanso en el más allá. Podía escuchar los quejidos en la desesperanza, podía ver las figuras de las desilusiones envolviéndoles como una nebulosa, abrazándoles a la muerte.

Giré mi rostro y sentí las voces del futuro. Amigas que claman la compañía y muestran su cariño empuñando la locura con labios arrogantes de sabor a fresa. Frente a mi unos niños juegan a retar el viento en sus columpios. Pidiendo materializar el cordón a sus mayores, hacer sólidas y palpables las palabras, las emociones. Probando sus fuerzas entre mordiscos y saltos, grandes cachorros de león que prevén la aventura instintiva que se avecina y se crece a cada caída, a cada esquiva de sus brincos sin miedo. Risas, más risas y llantos.

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Busqué junto a mi piel y llevé mi mano al cuello, está conmigo ¿o mejor diría que soy yo la que le acompaña? Habiendo probado su sabor ahora soy presa de nuestro tesoro. Esclava de sus latidos.

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Sonreía mientras paseaba viendo como la lucha por sobrevivir estaba supeditada a la pobreza que arraiga esos pequeños alimentos que se multiplican en los brazos. La magia y la poesía de aquellos que tocan lo divino.

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- Subes?

- Sí... claro.