En sus días, con sus noches

Se ha colado entre los árboles, el bailarín viene trazando tirabuzones de colores en la barandilla y salpica sus polvos haciendo florecer los geranios de mi terraza. Sin pedir permiso empuja las cortinas de lino que palidecen los tonos del salón y como una pequeña espada de hielo se pasea por mis muslos, salpicando una brizna silenciosa que se ha colado en mi ojo derecho, un gemido que ha abierto mis piernas, una lágrima que rueda sobre mi pecho, que llama a la ternura de una máscara de hierro rebosante de pasión…

… me pueden las ganas de Vivir…

En una tarde ensombrecida por fantasmas que deambulan agitando sus ásperas cadenas, dibujando laberintos en el pasillo, con la mirada perdida por un cielo de tormentas en las sombras, de calor sofocante bajo los rayos de un sol que juega caprichoso a guarecer un oso del norte en su cueva, sin haberle dado siquiera la oportunidad de bañarse en las aguas, de ser impregnado en aceites, de ser deiforme de la sabiduría que ha sido violada y maltratada hasta la saciedad… ¿y qué decirle? ¿Cómo espantar semejantes espectros?... la misma mirada perdida que se encuentra y suspira, que entiende y respeta, sueña vida, vive en sueño y no cedas al ente que fue poder en la más pura melancolía

y entonces, aparece ÉL.

Ven!!!