Al ocaso del norte y el sur se debaten los sentidos.
La belleza, la fragilidad, la entrega
el cuerpo abierto y desnudo
de una hembra de la vida.
La charla dibujaba sobre nuestras cabezas nubes blancas. Alguien había colocado allí una jaula de ramaje rojo excéntrico, hecho a mano. Sólo eran palabras, miradas cruzadas entorno a un recipiente rojo, al ocaso. La agitación con la que las nubes sobrevolaban el espacio desató los cambios: la temperatura se hizo dura, se buscó consuelo en unas risas pero el rocío amenazó con colarse por una ventada para posarse sobre nuestros labios…
Era el momento, el instante oportuno. Ella y aquel suelo diáfano,
un futón y sobre él ELLA
allí tendida.
Abierta, expuesta...cuatro manos. Sólo dos de ellas la usarían haciendo llegar a las otras dos la sabiduría y el arte, el arte de erotizar los sentidos.
La cubrió de seda, la recogió bajo el techo masculino de la veneración, protegiéndola
moldeándola, agitándola, amasándola suavemente
la envolvían, la quebraban, la retorcían hasta el límite perpetuando su floración
Un instante antes de ser embalsamada ella abrió sus labios.
… en qué momento nace el erotismo?
Fotografía: Nathalie Nouth