
Altiva, firme, segura… a cada pequeño capricho, deseo, sueño, realidad, que envuelva el fuego y reciba la frescura con las rojeces en tus mejillas. Puedo ver sonreír la incertidumbre cada vez que te llamo a mi lado, mientras abra la ventana redoblarán las campanas y jugaré a dejar entrar la luz de la mañana.
Cada gemido, aullido, cada gota próspera de incontenida sensualidad, va dejando un reguero y esa semilla que anida en mi vientre, echa sus raíces, explora los desiertos y emerge cual oasis en mi pecho cuando inclinas tu mirada,
mi alma ríe y de cada lágrima se hace, en el Capricho de una Diosa, en el Placer de una mujer, un nuevo sendero al que avanza.
A mi izquierda, abre tus labios y muerde el asa que no sujeta mi mano.
Así, sigue a mi paso… gatea, anda.