30/9/09

Ygg



Resbala por las comisuras de mis labios, de mi pecho blanquecino. Se acentúa, fragante. Irisado de pasión.

Os puedo asegurar que sus manos se mueven con la soltura de unas alas para mecer el aire, para irle dando forma. Que la arena deja de ser y una sonrisa da color… encontrándose… mirándose a los ojos, lanzando un rocío de luces que golpean como un tambor el pecho del no nacido…

Se ha fundido en un abrazo conmigo y le he hecho mi promesa de estar cerca, muy cerca, de acompañar cada creación.

Me recuerda lo estúpido que le resulta ver como olvidamos. El absurdo olvido del niño por el que quiere hacerse su mayor.